La inclusión de las personas diferentes (a las mayorías) tiene muchas aristas.
No se trata únicamente de la buena voluntad.
Se trata -sobre todo -de creer realmente que los otros están al mismo nivel de posibilidades personales que nosotros.
Se trata de saber que tienen el mismo derecho a cultivar esas posibilidades y también el mismo deber de exigirse al máximo, como todos.
Con frecuencia conocemos personas convencidas de estar “otorgando espacios” a los que han sido más desfavorecidos.
Tal vez lo hagan a través de indiscutibles buenas acciones, pero a la vez trasmiten en pequeños gestos, tonos de la voz, miradas significativas y palabras tendenciosas una arrogante posición superior o una actitud compasiva o una sobre-actuada admiración, como quien contemplara una extravagancia y no un acto natural.
Tan vergonzoso es el acto de excluir, como patético es creerse con la facultad suprema de aceptar o no a quien tiene colores distintos, como ridículo es mandar diversas señales para acentuar:
“ Te estoy incluyendo, sí viste? Tómalo en cuenta”
La inclusión no puede ser un acto de caridad opcional para cuando queremos sentirnos más nobles y dormir con más tranquilidad.
Es la urgencia de reparar antiguas y sedimentadas injusticias a las que por inercia humana y falta de reflexión, nos hemos sumado.
Recordemos que "lo normal" solo significa que alguien en un momento anterior al presente, desde una postura de poder, dictó alguna norma de existencia que las mayorías acataron, creando parcelas despiadadas entre los seres humanos.
Sin embargo la naturaleza no tiene normas, tiene leyes que en todo caso pueden ser intervenidas para sintonizar los sonidos individuales con la sinfonía del universo. Recordemos que la naturaleza de cada ser vivo es distinta y puede ser intervenida solo para volverse más útil y más plena, pero sin dejar de ser auténtica.
Esa es la verdadera evolución, el progreso real.
En cambio las normas son oscuras cuando desconocen y aplastan a los individuos y cuando crean desniveles de participación.
Ese tipo de norma tiene que ser transformada o abolida de manera impostergable, porque el tiempo no se detiene para nadie y las mayorías con poder no tienen derecho al lujo de tomarse más tiempo en comprender.
Le doy gracias a la Fundación Integrar de Medellín de cuyos especialistas, familias, niños y jóvenes he aprendido muchos matices de la inclusión respetuosa.
Hoy he querido compartirlo con quien se acerque a leer estas palabras.
Muchas gracias
Rita del Prado
22 de julio de 2016
Días antes del estreno de
COFRE DE MIMBRE
Fundación 2016
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